El hambre real no tiene nada que ver con aquel otro hambre que puede aparecer a media mañana o a media tarde en la que solo nos apetece picar algo: un palito, una galletita, un café azucarado… En la mayoría de ocasiones, relacionada con un estado de hipoglucemia derivado de la ingesta previa de productos densos y azucarados (pan, galletas, magdalenas, mermeladas, azúcares y edulcorantes…).
Si tienes hambre real no te vas a conformar con algo para picar, querrás comer más cantidad; y si encuentras una mesa abundante con carne, pescado y/o huevos, una buena ensalada con aguacate y/o frutos secos y diversos tipos de fruta… te hará feliz.
Para recuperar este hambre real debes dejar de comer productos densos y azucarados. Estos son los principales responsables de que vuelvas a tener hambre al poco tiempo de haber comido. Si desayunas a las 8 h un café con leche y azúcar y galletas o pan con mantequilla y mermelada, es muy fácil que a las 11 h de la mañana te aparezca la necesidad de picar algo. Debemos romper con esta dinámica a pesar de nuestro cerebro dulce.
Al comer alimentos donde haya grasa de calidad como aceite de oliva, aguacate, coco, huevo, frutos secos, caballa, bonito o atún en conserva… y carbohidratos poco densos como la fruta, la verdura y el boniato y/o la patata, verás que cada vez tarda más en volverte a aparecer el hambre. Y cuando lo haga será el hambre real que nada tiene que ver con esa necesidad imperiosa e incluso ansiosa provocada por la hipoglucemia.
Recuperar este hambre real va a permitir que pasemos de un estado de rigidez metabólica donde dependemos de comer cada 2-3 horas porque si no parece que nos va a dar algo, a un estado de flexibilidad metabólica donde cada vez somos más capaces de aguantar entre una comida y otra sin problema y con un estado energético mucho más estable, mejorando así tu estilo de vida y alimentación.
Una vez que recuperas el hambre real, solo te queda que cuando te sientes a comer lo puedas hacer hasta saciarte. Nuestro cerebro no está diseñado para encontrarse comida y poner límites. La relación con la comida debe estar asociada a disfrutar, a alegría y felicidad.
Si te sientas a comer y te dicen que solo puedes comer 150 gr. de ese alimento y una sola pieza de fruta, te va a generar sufrimiento, ansiedad y no va hacer otra cosa que incrementarte el hambre.
Una de las claves para conseguir saciarte sin comer más calorías de las que te tocan, pasa por hacerlo con alimentos y no con productos. Puedes decidir ingerir 100 gr de plátano y sumar 89 calorías o 100 gr de pan y sumar 265 calorías.
Los alimentos más naturales están «diseñados» para podernos saciar sin sumar más calorías de las que necesitamos.
Hay que evitar tener miedo a llegar con hambre real a la comida ya que esto justamente lo que nos indica es que nuestro sistema digestivo está perfectamente preparado para realizar la digestión de manera favorable sin pesadez, hinchazón y/o dificultad para digerir.
No debemos tener miedo a saciarnos cuando lo hacemos de alimentos, ya que sencillamente eso nos va hacer disfrutar de la comida, reconciliarnos con ella y tu cerebro no se quedará en deuda, que implicaría volver a tener hambre de nuevo al poco tiempo de comer. O lo que es peor, no dejar de pensar en la comida a lo largo del día. Un auténtico sufrimiento.
Podemos comer todo aquello que queramos. Ahora bien: come la mayor parte del tiempo alimentos (mínimo un 80% de la semana) para poder alcanzar los 3 primeros puntos planteados y limita los productos a una o dos comidas «sociales» que tengas normalmente el fin de semana.
Nuestro cuerpo necesita movimiento para tener salud. No se trata de moverse para poder comer más y peor, sino para activar una gran cantidad de mecanismos endocrinos antiinflamatorios y de bienestar que generan una acción vital en nuestro cuerpo.
Si te ha interesado este post te ánimo a que hagas de ello una práctica en tu día a día. Verás que tú relación con la comida va a cambiar...para bien, y tú cuerpo y salud también!!!!🥰