27 Aug
27Aug

La obesidad infantil es una de las epidemias de los países desarrollados y, lo que es aún más preocupante: los casos de obesidad aumentan año tras año entre los más pequeños. Si hace 30 años la obesidad era casi inexistente, hoy en día afecta al 15% de los menores en los países desarrollados.

La publicidad infantil no está regulada, sólo auto-controlada, por ello no existe una normativa que impida que dichas acciones se lleven a cabo. Si se cumplieran los consejos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), deberían retirarse ¾ partes de los anuncios, ya que el 82% de los que publicitan alimentos procesados, ricos en azúcares refinados, sal y grasa saturada, van destinados a los niños, frente al 33% de la publicidad dirigida a la población adulta sobre los mismos alimentos.

¿Por qué los niños son el objetivo?

Los niños no tienen el juicio necesario para discernir entre qué es adecuado y qué no. Además, son muy susceptibles a lo que les gusta. Es realmente sencillo captar su atención y atraerlos hacia un producto concreto; basta con incluir colores llamativos, regalos o dibujos impresos de sus personajes favoritos. Entre los adolescentes, es más efectivo utilizar personajes públicos a los que admiran o relacionar el producto con emociones positivas. En otras ocasiones se resaltan propiedades nutricionales muy positivas como, por ejemplo, “rico en vitaminas y minerales”, para darle un halo de producto saludable, que haga creer a los padres que no es un producto tan malo, cuando casualmente se trata de productos considerados poco saludables.


Relación televisión y obesidad infantil

Varios son los estudios que muestran la relación directa entre las horas frente al televisor, ordenador o tablet, y la ingesta calórica. A más horas frente a este tipo de dispositivos, mayor ingesta de calorías y mayor peso. Se calcula que 1/3 de los niños con sobrepeso y obesidad no lo serian si no estuvieran expuestos a la publicidad alimentaria.

La necesidad de prevenir temprano

Varios argumentos importantes demuestran la importancia de actuar desde una edad temprana en la lucha contra la obesidad. Por ejemplo, existe una fuerte correlación entre el índice de masa corporal a los 6 años de edad y el que se alcanza en la edad adulta: niños con sobrepeso u obesidad serán más probablemente obesos y con sobrepeso más adelante en su vida, en particular debido a la alta capacidad de reproducción y tamaño de las células de grasa durante la primera infancia. Además, existe una desregulación gradual del sistema de saciedad modulándose espontáneamente en sus primeros años, lo que se acompaña de que los niños son y se vuelven cada vez más sensibles a las señales ambientales proporcionadas por los productos y es durante la infancia que se lleva a cabo el proceso de aprendizaje y socialización del gusto. La presentación regular de un producto a los niños y jóvenes aumenta su preferencia por estos y es durante los primeros seis años que los apetitos y los gustos pueden ser modulados. Por lo tanto, es necesario ampliar lo más posible el repertorio de alimentos y educación alimentaria para niños durante este período.

¿Qué se debería hacer? 

Mientras las autoridades españoles no tomen medidas, aún más debemos proteger a los pequeños de este tipo de publicidad con consecuencias dañinas para la salud. Estas son las medidas que podemos tomar:

  • Reducir las horas de televisión e internet reduce el sobrepeso y la obesidad.

  • Las comidas, cuando se realizan con la familia, son un buen momento para compartir y dar ejemplo. Son varios los estudios que muestran que los niños que comen con familiares consumen más frutas y verduras que los niños que comen solos.

  • La hora de las comidas que sean exclusivamente "para comer", disfrutando de ese momento. Es triste, pero un porcentaje altísimo come delante de la televisión o mirando el móvil.

  • Potenciar el consumo de alimentos saludables: frutas, verduras, legumbres, pescado… y ofrecerlos de maneras vistosas, coloridas y divertidas, fáciles de comer, para que les resulten más apetecibles.

  • Más mercado y menos supermercado: en los mercados encontramos menos alimentos procesados y más alimento real, y evitar la exposición a alimentos procesados reduce su consumo.


La responsabilidad de la educación de nuestros hijos es nuestra, y nuestra labor es educarlos y enseñarles en lo mejor, para que por ellos mismos puedan reconocer aquello que es bueno, y lo que no lo es. Protejámosles.

¡Ánimo en esa labor tan valiosa y de tanta responsabilidad!

ESTE SITIO FUE CONSTRUIDO USANDO